lunes, 8 de junio de 2015

LA VOZ DEL BEBÉ: ELENA BELGRANO EN EL DÍA MUNDIAL DEL PARTO Y NACIMIENTO RESPETADOS

Al preparar la presentación de este documental empecé reflexionando sobre que significa “derechos del nacimiento” y no pude no preguntarme qué sentido tiene celebrar un “día mundial” visto que parece que haya un día mundial para todo.

Volviendo a leer la petición de la PDN en relación con este día me encontré con esta frase: “Nuestro pensamiento y nuestra petición es que la experiencia de los bebés que se incorporan a la vida debe cuidarse y que cada niño o niña que nace debe ser tratado como un ser sagrado si queremos construir un mundo mejor.” Seguido por la famosa frase de Michel Odent che no puedo che compartir cada día más “Para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer”.

Entonces reflexioné sobre el hecho de que el sentido de este día mundial, como de cada día mundial es de dar voz a quien no la tiene pero tiene algo importante que decir! Y esto toca un punto débil que hace caer mis resistencias al activismo explicito (resistencias que puedo motivar pero cuyos motivos no tienen cabida en este espacio).

Entonces algo se me remueve dentro, gana de denunciar tantas violencias escuchadas una y otra vez, de traer a la luz tantas heridas que no logran sanar, justamente porque negadas, gana de hablar también de lo bueno, de lo maravilloso que puede ser un nacimiento con tan solo crear un ambiente respetuoso, de lo fácil que podría ser el cambio de paradigma del nacimiento.

Tendría muchas cosas que decir sobre el nacimiento: podría hablar en calidad de mujer, en calidad de doula, en calidad de madre…en todos estos casos tendría mucho que decir, pero visto que este año estamos homenajeando el trabajo de Leboyer quiero hablar hoy cómo quien menos es escuchado, quien menos voz tiene: quiero hablar en calidad de bebé!

En el junio 1974, (un año antes que se publicara “Pour une naissance sans violence”) los años en los que Leboyer empezó su gran cambio del punto de vista, mi madre entraba en el último mes de su primer embarazo, le tocaba revisión de rutina el día 3 de junio. Fue andando desde casa porque la entrada del hospital, uno de los hospitales pediátricos punteros en Italia, está a un centenar de metros. Estaba tranquila, el embarazo había sido bueno, hasta el momento en que el médico, uno de los de renombre en la ciudad, le soltó: “señora, este bebé está a punto de nacer, preséntese mañana a primera hora si no pasa nada antes!”.

Si cierro los ojos y me concentro creo que puedo sentir el torrente de adrenalina que invadió mi cuerpecito de 2,8 Kg en ese momento, así como su lento e inexorable goteo de la noche siguiente mientras mi madre, sin pegar ojo, intentaba desesperadamente buscar algún signo, alguna sensación diferente - sin encontrarlo por supuesto - y en ese goteo su confianza en sí misma se iba junto con su conexión conmigo…con este bebé que empezaba a ser separado de su madre. Poco cambió en el ritmo de fuga de la confianza la mañana siguiente cuando se presentó, siempre andando, sola, incrédula con su maleta al hospital, ni cuando intentó convencer al equipo que la ingresó de que a lo mejor estaban equivocados. No les fue muy difícil demostrar que ellos sí tenían razón, no ella, no su bebé, les bastó buscarle una vena y enchufarle un gotero. Fue casi inmediato, terriblemente violento, sacudidas las dos por contracciones tan horribles y agotadoras, solas, sola ella y sola yo, infantilizada y engañada ella, ninguneada y ponteada yo, obligada a parir ella, obligada a nacer yo “ves cómo teníamos razón! Nosotros sí que sabemos”.

En medio de este infierno sinsentido la naturaleza, siempre sorprendente, ha jugado alguna de sus cartas: ella ha intentado confiar en su cuerpo y se ha dejado llevar por un oleaje que, por cuanto de origen artificial, despertó ancestrales sabidurías. Y yo, le he seguido el rollo, en un intento de reconexión que las dos necesitábamos para sobrevivir, para no morirnos…y así a las 11 de la mañana ya había nacido! Y pocos minutos después ya nos habían separado, ella sola, sin poder recibir nadie, lamiéndose sus heridas físicas y emocionales, yo sola, en otro lugar, no he podido ni saber cuánto tiempo…pero qué más da, soy un bebé, para mí un instante es una vida entera, para mí soledad solo significa muerte!

“Parto pilotado” le llamaban, y sí, en esa época pasaba que también se hiciese sin consentimiento…o mejor dicho, con el engaño, era algo “normal” como todo, absolutamente cualquier atrocidad, se vuelve normal cuando se deshumaniza el ser humano!

Cuando de pequeña oía esta expresión, “parto pilotado” lo asociaba a la imagen de unas batas blancas con un mando a distancia y una mujer teledirigida en una camilla moviéndose a sus antojos, y un bebé al que nadie hacía caso ninguno…y no creo que iba muy lejos de la realidad! Las sospechas de mi madre fueron aumentando proporcionalmente a su deseo de conciencia y conocimiento, pero siempre se le negó la verdad, y solo volviendo a parir 11 años más tarde empezó a verlo claro – un parto de un niño prematuro y de nalgas, pero aun así más natural…y luego 15 años más tarde, nos convencimos las dos cuando la acompañé en el parto de mi segundo hermano: aunque fue con oxitocina y episiotomía de rutina, supe que yo no había nacido así, que a mí me habían obligado a nacer!

Federik Leboyer nasce en 1919, en un parto profundamente traumático, que según el es la razón de su interés en explorar los territorios del nacimiento. Se convierte en obstetra y trabaja en Paris. En los años ‘70 empieza a cuestionar su trabajo observando los bebés y haciendo un trabajo empático para intentar ver el nacimiento desde su punto de vista. No es un dato irrelevante el hecho que ya tenía 55 años, ya llevaba una treintena de años ejerciendo, no se trataba de un joven entusiasta en busca de novedades sino de un profesional en el pleno de su carrera que tuvo el valor de meter todo en discusión.

En 1975 publica “Por une naissance sans violence” contribuyendo al comienzo de un cuestionamiento a 360º que cautivará discípulos cómo Michel Odent. Creo que seguimos sumergidos en este intento de cambio de paradigma y la celebración de este día mundial para los derechos del nacimiento lo demuestra.

Se pregunta “El bebé es feliz de nacer”…y si no porqué? Porqué parece que entra en el mundo con extremo sufrimiento? Es posible otra manera de entrar en el mundo…empieza a ver que, con partos diferentes, los niños al nacer tienen actitudes y comportamientos totalmente diferentes, se convence que esto tiene repercusiones sobre el resto de su vida.

Tuvo repercusiones sobre mi vida el parto en el que vi la luz? Ha determinado mi vida? Y en que medida? Admito que me cuesta ponerme estas preguntas porque me da miedo! También puedo decir que lo he hecho y lo sigo haciendo aunque tenga que encontrar cada vez el valor, pero lo encuentro en el convencimiento que hay que encontrar esos lazos rotos y que hay que buscar los cabos para volver a conectar, mientras haya vida siempre es posible reparar!

Hubo un tiempo en que se pensaba (y desgraciadamente se sigue haciendo como si así fuera) que el bebé era privo de conciencia y por eso no podía tener recuerdos hasta mucho después (un año por lo menos) el bebé es por lo tanto deshumanizado, cosificado. Hoy sabemos en detalle que pasa en el cerebro del bebé, sabemos que solo carece de la memoria consciente, explicita, que tiene que ver con el desarrollo del hipotálamo, pero no carece de memoria, solo carece de la memoria a corto plazo, y es precisamente esto lo que puede hacer sus vivencias más espantosas y traumáticas: no puede contextualizar ni temporizar, un instante es infinito! No puede relativizar el sufrimiento y el miedo, por eso le quedará grabado para siempre!

Para el bebé, cualquier cosa que no vaya como esperado en la naturaleza significa muerte, supervivencia en grave peligro, por eso las vivencias del bebé son sin duda las más traumáticas que se puedan tener, así como son beneficiosas en la construcción del nuevo ser las vivencias positivas.

Si es así hay esperanza? Si casi todos hemos tenido nacimientos espantosos que vidas estamos teniendo y que nacimientos podemos dar a nuestros hijos? Sinceramente estoy segura que la manera en la que hemos nacido muchos de nosotros, tiene un peso, tanto a nivel psicológico como a nivel social, pero también estoy cada día más convencida que todo se puede reparar…las capacidad del ser humano de reponer piezas es increíble, la resiliencia no nos viene solo “de fabrica” sino que también se puede entrenar. Sí hay esperanza! Mientras haya gente que tiene el valor y el deseo de querer ser consciente y de querer tomar la responsabilidad que como queremos nacer.



“Los bebés no son una versión simplificada de nosotros, vienen al mundo como seres complejos” (Nils Bergman)

ELENA BELGRANO, DOULA
elenabelgranodoula@gmail.com 
Telfs. 687014816 – 982300167

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